Expuestos los criterios generales que debería seguir la
Educación Física para ser verdadera y autentica y la critica correspondiente al
programa oficial. Nos resta concretar un plan de trabajo y los resultados que
cabe esperar de esa otra educación física que propugnamos.
Todo lo que vamos a exponer a continuación viene condicionado
por la situación de la Educación Física en nuestro sistema escolar, un sistema
que podríamos caracterizar con los siguientes aspectos:
a) falta de una Educación física autentica en la EGB,
estructurada adecuadamente, programada y dotada de medios suficientes y
profesionales preparados.
b) ausencia de horario adecuado
c) carencia de instalaciones adecuadas para la práctica de
actividades motrices. Las sesiones deberán realizarse en el “aula de EF[1]” en un
espacio cubierto y de dimensiones adecuadas.
Mientras no cambien las
circunstancias actuales, la Educación Física debe tener un carácter global y
multivariable, de forma tal que a través de esa globalidad, el alumno tome
conciencia de su cuerpo, de sus posibilidades motrices y adquiera la suficiente
adaptabilidad a cualquier actividad físico-recreativa.
El ser humano no es un acumulo, un conjunto de piezas, y hay
que entenderlo como un todo, como una unidad que puede reaccionar ante
cualquier situación poniendo en juego toda su personalidad. Es cometido de la
educación Física que cada individuo responda de forma personal a los distintos estímulos;
para ello, los temas deben ser lo suficientemente amplios, tanto que la
totalidad de los alumnos se sienta representada y valorada por un igual. (Pacheco Rios
2007)
El carácter competitivo de la sociedad industrial ha abarcado
la faceta lúdica del ser humano con su devastadora influencia.
Una sociedad renovada, con hombres nuevos, debe constituir en
“leit motiv[1]”
la creatividad y la participación y enseñar a jugar desde la óptica de la
cooperación. A diferencia de la competición, la cooperación está al alcance de
todos.
Si la cooperación es el aspecto que debe predominar en la nueva
pedagogía, la Educación Física no puede situarse al margen o quedar obsoleta,
trasnochada e inservible.
Al principio y debido a la falta de costumbre, tanto los niños
como los jóvenes tienden a crear juegos de competición cuyo fin es derrotar al
otro o a los otros. Poco a poco y con las experiencias y explicaciones
oportunas irán comprendiendo el mecanismo del juego cooperativo y sus
finalidades: entonces los juegos comienzan a ser más creativos y cooperativos.
Serán sus propios sujetos quienes inventen las formas de puntuación, si el
juego lo requiere. Sin embargo, y pese a esa puntuación, ganar irá perdiendo
importancia y nadie quedara eliminado (Target y Cathelineau 2002).
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